Pocos momentos en la vida me producen un abrimiento de boca tal que hasta la baba se me caiga, y uno de ellos tuvo lugar al ojear las páginas del HOLA y presenciarla a ella, LA MÁS, la mismísima Naty Abascal durante el bodorrio que se montó Carlita Goyanes. ¡Naty, tú si que mereces que mis babas mojen las hojas del papel-couché!, con ese vestido blanco adornado de coral y esas joyas y complementos que sólo tú sabes llevar...
Lo malo es que también hay momentos en la vida en los que los fluídos afloran del cuerpo, en estos casos provenientes de las glándulas lacrimales...A tales me refiero cuando pasan ante mí combinaciones tan esperpénticas y erradicables como: pantalones vaqueros tan ajustados que las estrías que asoman por encima de la cinturilla no sabes si están rojas porque aún son incipientes, o porque el cúmulo de la sangre en esa zona es directamente proporcional a la cantidad de perfilador de labios, que te has colocado esta mañana, cinco tonos por encima del color de la barra de labios. Dicha prenda de vestir se acompaña de una camiseta con escote "palabra de honor" de la que, ¡cómo no!, asoman unos "desgastados" tirantes de silicona, y unas botas blancas, las cuáles quedan mejor si te pones un plumífero acolchado del mismo color y adornas tu mano con un "pasamanos" de oro o cualquier otro metal "precioso". ¡¡Así sí!!, ¡así llora hasta Ronald McDonald!
Con el fin de evitar llantos innecesarios, te proponemos: invierte en unos zapatos de tacón; "ajusta lo justo", se llevan los vaqueros ceñidos pero no hay que embutir...; y sobre todo, estudia tu cuerpo y compra en consecuencia...
No somos perfectas, pero por lo menos que nuestro armario sí lo sea...
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